La familia es un regalo que podemos dar por hecho y descuidarlo poco a poco, sin darnos cuenta, hasta que pierde su carácter fundamental. En este reportaje, Víctor y Eva nos enseñan cómo su fe en Jesús les lleva a poner sus relaciones familiares en el lugar que merece.
Un proyecto de vida.
Desde su juventud, Víctor y Eva han vivido su fe con autenticidad y honestidad, algo que les llevó a plantearse en su mismo noviazgo un enfoque muy intencional mientras planeaban su futura familia.
Fueron sus experiencias personales de encuentro con Dios y el deseo de ambos de obedecerle, lo que hizo de su matrimonio una decisión con propósito y determinación.
En las manos de Dios
Dicen que el hombre propone y Dios dispone, un dicho que encaja en la vivencia de Víctor y Eva ante su deseo de ser padres. Fue un sueño que se cumplió a los pocos años de casados, pero ellos también necesitaron descansar en las manos de Dios cuando las noticias de su futuro bebé parecieron no ser tan buenas.
Tener claro que la vida no les pertenece, que Dios es soberano para darla o quitarla, les ayudó a tomar las noticias de los especialistas como una posibilidad, pero no como la última palabra. En palabras de Eva “yo tenía mucha paz porque viniera lo que viniera íbamos a amar a nuestro bebé”.
Raíces y alas
Josué y Nora son el fruto de su amor, dos jovencitos en los que la pareja ha invertido tiempo y dedicación. Víctor cuenta que los hijos tienen su propia personalidad y carácter, evolucionan y crecen “pero nosotros siempre hemos estado detrás, orando y procurando crear un hogar en el que ellos puedan desarrollar todo su potencial”.
Para Eva es el momento de soltarles para que vuelen, una vez se les ha dado raíces a las que aferrarse.