A finales de 1874, triunfa la Restauración Borbónica y las dificultades reaparecen para la comunidad cristiana evangélica en España. Acababan seis escasos años de libertad religiosa durante la I República Española. En este reportaje vemos cómo lograron afrontar y superar esa dura etapa de la Historia.
El primer recorte de libertades llega con la Constitución de 1876, que reconoce al catolicismo como religión oficial del estado. Desde Entonces, los evangélicos solo dispondrán de tolerancia, siempre que sus expresiones de fe fuesen privadas y no públicas. Una norma tan ambigua que llevó al pueblo evangélico a pedir aclaraciones, apunta el historiador y escritor Mario Escobar.
Según Julio Diaz, Rector de la Facultad de Teología UEBE, “la interpretación de este hecho quedaba en manos del clero local y de los gobernantes locales. Se cometieron todo tipo de tropelías, atropellos e injusticias con los protestantes en España”.
Para Alfredo Abad, de la Iglesia Evangélica Española, se genera una reacción del catolicismo. “duplicando colegios allí donde había otros evangélicos y creaban parroquias donde había capillas para contrarrestar su presencia”.
Los niños protestantes sufrían castigos o no recibían atención sanitaria adecuada. En los entierros, se les prohibía rezar o cantar públicamente y en muchos pueblos no tenían donde sepultar. Los permisos para oficiar matrimonios se dilataban en el tiempo dificultando los enlaces. En el servicio militar, los evangélicos recibían castigos por no cumplir los ritos religiosos oficiales. Y en ocasiones, perdían el trabajo por las presiones recibidas.
Los evangélicos siguen manifestando su defensa de la libertad religiosa con la publicación editorial y de revistas, a través de la educación escolar combatiendo el analfabetismo y de la atención sanitaria; incluso lideraando la lucha por la abolición de la esclavitud. Y en 1910, consiguen mediante el ‘Decreto de los Letreros’ que sus lugares de culto se reconozcan en la vía pública con un letrero, no sin una gran polémica generada por la prensa tradicional, cuenta el profesor de Historia de la Facultad de Teología UEBE Ramón Sebastián, que lo consideraba “una humillación para la inmensa mayoría de los españoles”.