En España es fácil encontrar bellos monumentos históricos y templos patrimonio de la humanidad. Catedrales en Sevilla, Salamanca o Santiago de Compostela son dignas de contemplar. Sin embargo, sabemos poco de cómo comenzó la iglesia. Hemos dado inicio a este tema, acercándonos al primer capítulo del libro de los Hechos de los apóstoles en la Biblia, como fuente y autoridad del cristianismo, de la mano de Jaume Torrado, pastor evangélico. El autor del libro refleja la vida de los discípulos una vez Jesús ha resucitado y ascendido a los cielos. Lucas, a quien se le atribuye la autoría, como médico y gentil, “recogía en su escritos lo que daba veracidad a lo que se estaba comunicando” según afirma Torrado, dando así continuidad a lo que ya él había relatado anteriormente acerca de la vida de Jesús. El Espíritu Santo entrará en acción para ocupar un papel crucial en el nacimiento y desarrollo de la iglesia, algo que ya le había sido profetizado al pueblo hebreo. Pero todavía vemos a Jesús, antes de ascender a los cielos, reorientando a sus discípulos, dirigiéndoles hacia lo que está por ocurrir. Dice Torrado que “el cumplimiento de la misión, que el evangelio fuera predicado hasta lo último, es esencial para que se pueda cumplir la redención. Cristo no regresa hasta que el evangelio no sea predicado en todas las naciones”. Así, la ascensión de Jesús a los cielos viene a ser el cumplimiento y la confirmación plena de que él es realmente el Mesías, el enviado, el Hijo de Dios glorificado. Y en esta realidad, la iglesia cobra un profundo valor. La implicación de los discípulos en la misión será tan auténtica que muchos llegarán a dar su vida por causa de Jesús y su buena noticia.